El mundo está lleno de personas que intentar desafiar los dogmas y reglas establecidas o aceptadas por la mayoría. Si nos referimos a los juegos de azar, a todos nos viene un frase a la cabeza: la banca siempre gana. Pero es ahí dónde surgen historias tan curiosas como sorprendentes. En este caso, os mostramos algunos casos insólitos en los que la el premio de la lotería ha sido el objetivo de sus protagonistas.

Ganar la lotería al margen de la ley

Como hemos señalado, hay quien no acepta esta máxima, y recurre, incluso, a prácticas ilegales: Eddie Tipton, responsable de seguridad de la US Multi-State Lottery Association, fue detenido por modificar el programa informático con el que se llevaban a cabo los sorteos. Resumiendo, se zafó de la vigilancia del ordenador que contenía dicho software y alteró su normal funcionamiento a fin de predecir qué números serían premiados.

Y durante una temporada no le fue mal: entre 2005 y 2011 tuvo relación con 6 premios que fueron a parar a sus arcas tras periplos más o menos duraderos. Su historia acaba en la actualidad con él en la cárcel cumpliendo 10 años de condena, y, obviamente, sin el dinero que había ganado con la lotería.

La observación como método para ganar

Como contrapunto a la praxis ilegal de Eddie, encontramos el caso de Mohan Srivastava, un matemático que encontró un fallo, tras una larga observación, en los boletos de rasca y gana canadienses: partiendo de la base de que es necesario entregar un mínimo de premios de cada categoría (por ley), procedió a observar los número visibles que acompañaban a los ocultos con la esperanza de que el algoritmo matemático que elegía las combinaciones no fuese perfecto. Y…¡eureka!; si bien su plan no era perfecto, sí funcionaba en 9 de cada 10 boletos.

Pero este matemático no sacó ningún beneficio de este descubrimiento (al menos monetario), y ante la imposibilidad de recorrer todas las tiendas donde se vendían estos boletos para comprobar cuáles serían o no premiados, convenció de su teoría al organismo de loterías, que corroboró la tesis y pasó a modificar sus algoritmos.

Probabilidad, paciencia...y una pizca de suerte

Por último, es necesario destacar la historia de un grupo de australianos hace unos 20 años. Sus integrantes calcularon que para ganar la lotería (cuyo premio era de 27 millones de dólares) “solamente” eran necesarias 7 millones de combinaciones, con lo que la inversión se suponía segura, pues cada boleto de lotería costaba un dólar.

Con tal convencimiento, actuaron del modo previsto: rellenarían 7 millones de boletos con igual número de combinaciones. Pero no repararon en un pequeño detalle: recoger 7 millones boletos, rellenarlos cada uno con una combinación y entregarlos en un plazo de tiempo determinado no es una tarea fácil, con lo que sus esfuerzos “sólo” valieron para conseguir la no desdeñable cifra de 5 millones de boleto cumplimentados y entregados a tiempo.

Con lo anterior, sus posibilidades quedaban reducidas, y ya no eran del 100%, dejando una puerta abierta al fracaso y a la consiguiente pérdida de tiempo y dinero; además aún acertando, podrían no ser lo únicos, con lo que habrían de repartir el bote…pero el final de esta historia fue feliz, al menos para sus ganadores: en efecto, una de sus combinaciones fue la única ganadora.